Las experiencias que uno pasa con la madre (y también con el padre), marcan la vida.
Mi madre falleció recientemente. Ella tenía 90 años.
En esta última etapa que vivimos juntas experimenté algo nuevo.
Recordaba que años atrás mi relación con ella era distante porque ella era una persona que no aprendió a demostrar sus emociones; por lo tanto, no era cariñosa. Ella fue criada con su abuela y no tuvo una relación cercana con su madre. Su padre falleció cuando ella era muy pequeña y no lo llegó a conocer.
Yo crecí con ese vacío de amor de madre, porque mamá no sabía darlo. Sin embargo, ella me trataba de dar ese amor por medio de regalos, que era su única manera de expresarlo.
¿Han conocido a personas así? ¿Que dan regalos pero no pueden demostrar su afecto? Están tratando de suplir algo que de otra manera no podrían dar.
Con el paso de los años comprendí por qué sucedía eso. Y al pensar en una solución a esa situación, llegué a entender que si me llamo “cristiana”, en mí debe prevalecer el amor, porque eso fue lo que prevaleció en nuestro Señor Jesucristo. Al recordar eso, decidí ponerlo a la práctica. Sentí que el Señor Jesús me hizo comprender que, como cristiana, yo debo ser la que dé el primer paso de acercamiento. Así que yo empecé a abrazarla en lugar de esperar a que ella lo hiciera. Es decir, darle amor antes de yo recibirlo.
Lo hice y quedé sorprendida con el resultado. Mamá empezó a cambiar. Ella que era un poco arisca, empezó a ser más abierta, a responder a mis abrazos (antes no me abrazaba, se quedaba tiesa como un palo, recibiendo mi abrazo).
Cuando uno no ha aprendido algo, no lo puede dar debido a que uno no puede dar lo que no ha recibido. Una persona que no ha recibido afecto demostrado con caricias, toques cariñosos y palabras de amor, no puede actuar así con otro. Y lo contrario es cierto también. Si la persona sólo recibió malos tratos y palabras soeces, esa será su forma de actuar y además, se sentirá cómoda con gente del mismo trato. Eso es, lamentablemente, muy común en las relaciones entre padres e hijos y entre esposos.
¿No han conocido personas a quienes no les sale la palabra: “te amo”? Es debido a eso.
El amor es como una planta que hay que cultivar. Si no la regamos, se muere.
El amor del ser humano es voluble, un día lo siente muy fuerte y al otro día ya desapareció el sentimiento. Por eso, no debemos basar nuestro “amor” en el comportamiento de la otra persona.
Debemos aprender a tener el amor incondicional que tiene una madre por sus hijos. Y llevándolo a un plano más alto, nada se compara con ¡el amor incondicional de Dios para con nosotros!
“Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna”. Juan 3:16
Abramos el corazón para poder darle a los demás un trato bueno, empático. Ser empático consiste en ponerse en los zapatos del otro; sentir en carne propia lo que ellos sienten y mostrar un corazón compasivo. Somos seres relacionales y nos necesitamos unos a otros.
Que Dios nos ayude a no endurecer nuestro corazón porque si eso sucede, sólo lograremos alejar a Dios y a los demás de nuestro lado.
Hola Alicita, como estas? gracias x compartir tus experiencias familiares con nosotros, fue una linda historia, me encanto, me hizo llorar, me identifique mucho con tu mami. Gracias x tu comprension como amiga y pastora. Dios te bendiga. Te extrano mucho. Un abrazo.
Hola Jeanette!
Gracias por los saludos y tus palabras. Solo queria aclarar que no fui yo quien escribio la historia sino mi hermana Maria Elena. Este es su blog, yo solo la ayudo administrando la parte tecnica. Mi blog lo volvere a abrir pronto!
Abrazos y bendiciones!
Alicia
Muy lindo Marielena, el amor tambien se aprende!
Sí Nelly, el amor debe nacer en la voluntad y pasar luego a ser un sentimiento. Por eso se dice que el amor es una decisión. El mejor ejemplo que tenemos es el de nuestro amado Señor, quien decidió amarnos hasta la muerte en la Cruz, cuando aún éramos Sus enemigos. Aprendamos a amar de esa manera. Gracias por tu comentario.
¡El mostrar y recibir afecto sincero es alimento para el alma! A los hombres no nos es muy espontáneo el expresar nuestros afectos y eso también plantea cierta vulnerabilidad puesto que uno abre el corazón para hacerlo, pero a la luz de la Palabra vemos que tan poco es natural que nos apetezca orar siempre o leer la Biblia o hablarle a un desconocido u obedecer a Dios. Uno arriesga cuando ama a los demás pero “el perfecto amor echa fuera el temor…” (1 Juan 4:18) ¿No es así?
También es cierto que las palabras y las muestras de afecto pueden devaluarse al usarlas indiscriminadamente, esto es, cuando no cumple el mandato de: “el amor sea sin fingimiento…” (Rom. 12: 9-16) sino que se convierte en parte de un muy establecido “protocolo de iglesia”, pero esto no significa que sea indistinto si lo expresamos o no, porque también está escrito: “Mejor es la reprensión que el amor oculto” (Prov. 27: 5).
Sin embargo, si “…el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por medio del Espíritu Santo que nos fue dado” (Rom. 5:5), el no expresarlo en hechos y en palabras lo contrista , porque estamos conduciéndonos con muy poca misericordia por nuestros semejantes y va en detrimento de nuestra vida de comunión con nuestro Padre, porque perdemos sensibilidad a su voz.. Si llegamos a ese punto hemos olvidado que con “misericordia y verdad se corrige el pecado…” (Prov. 16:6)
Esta falta de balance nos puede desviar a cualquiera. Quizá inicialmente algunos pensaron que seguir las enseñanzas del pastor era el camino seguro para no extraviarse. Quizá otros podríamos pensar que la sobriedad es la garantía para no correr riesgos doctrinales y mantener nuestras vidas e iglesias santas. Y verdaderamente hay que ser oidores y hacedores de los mensajes de los que nos apacientan y conducirnos sobriamente, pero debemos sobre todo velar por el contenido doctrinal, probar los espíritus y considerar todo el consejo de Dios, no solo lo que se ajusta a nuestro estilo como iglesia o a nuestra personalidad. ¡Es toda una aventura de fe!
Mi amada pastora, me son de mucha ayuda suspredicas no sabe cuanto, la escucho y la vuelve a escuchar y cada vez que vuelvo a escuchar la misma prédica me habla diferente. Mi problema es con los ataque de panicos no sabe pastora como lucho con ello, ayúdeme aconsejandome a la luz de la palabra de Dios. Disculpe pastora que le moleste con esto. Agradezco de todo mi corazón por su respuesta. Bendiciones
Me alegro saber que le son de ayuda Melva. ¡Dios es bueno!
En cuanto a su problema, voy a ser breve.
“Pánico” es el miedo o temor en extremo. Las causas son diversas. La palabra de Dios nos habla de dos tipos de temores; uno positivo y otro negativo. El positivo, es el temor a Dios y el negativo, el temor al hombre. El temor a Dios nos lleva a obedecerle y encontrar el bien (Proverbios 14:26,27). El temor negativo, nos quita la paz y nos lleva a esclavitud espiritual (Proverbios 29:25).
Es importante descubrir cuál ha sido el origen del problema. Recomiendo que usted hable con su pastor o un consejero cristiano que le pueda hacer seguimiento.
Lo principal es que no se desenforque de Dios. Mientras más confiamos en Él, más rápido podemos superar cualquier tipo de problema.
Gracias por su comentario. Dios la bendiga 🙂
Que bonito!!
Me lleva a pensar en nuestra madre del cielo la Virgen María, la más amorosa y tierna madre, que nos guía, cuida, acompaña y protege en todo momento del mal, para guiarnos al encuentro glorioso con JESUCRISTO
Hola Paula, comprendo lo que dices, pero también te animo a buscar de manera personal al Señor Jesucristo, de quien habla toda la Biblia. Verás que ese encuentro ¡es maravilloso!
Gracias por tu comentario. ¡Dios te bendiga! 🙂