LA TENTACIÓN
Todos los seres humanos pasamos tentaciones, debido a la propensión que tenemos, por nuestra naturaleza pecadora, y a que el enemigo de nuestras almas nos induce a pecar.
El diccionario cristiano da esta definición: estímulo que induce el deseo de algo; situación que tenga que enfrentar alguien, que implique una prueba de carácter.
En el Antiguo Testamento: Deuteronomio 4:34; 7:19; 29:3 la traducción massâh, se usaba para referirse a una circunstancia que podría fortalecer el carácter.
En el Nuevo Testamento, “tentación” tiene que ver con cualquier situación que podría debilitar la comunión de la persona con Dios, pero que si las resiste pacientemente, también podría fortalecer la fe y el carácter. Por eso, los antiguos cristianos podían “tener por gozo” cuando caían en “diversas pruebas [tentaciones]” (Santiago 1:2,12). Esto es, cuando encontraban dificultades que ponían a prueba la realidad de su experiencia cristiana.
El Tentador
El tentador principal que tenemos se llama Satanás. La tarea del tentador es tentar e intentar hacernos caer en pecado. El diablo tentó a Jesús en el desierto (Mateo 4:3), así lo hará con nosotros también. Él ha venido a hurtar, matar y destruir (Juan 10:10). Se encargará de engañar, tentar, poner obstáculos y oprimir a los cristianos.
Por otro lado, debemos estar atentos a lo que la Biblia llama: concupiscencia (lujuria o apetito desordenado de placeres deshonestos), por donde también viene la tentación.
Hemos de poner a raya nuestra mente carnal, que es donde se concibe el pecado (Santiago 1:14-15).
- 1 CORINTIOS 10:13 “No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea humana; pero fiel es Dios, que no os dejará ser tentados más de lo que podéis resistir, sino que dará también juntamente con la tentación la salida, para que podáis soportar”.
En Lucas 4:13, el diablo tentó al Señor Jesús, con la intención de quebrantar su decisión de obedecer a Dios, de lo cual salió victorioso, debido a que Su comunión con Dios Padre era fuerte y continua; dándonos así, ejemplo a seguir.
¿La Tentación es Pecado?
No. La tentación no es pecado. El Señor Jesús fue tentado en todo, igual que los seres humanos, pero no pecó (Hebreos 4:15).
El diablo tratará de condenar a los cristianos, aún antes de pecar; haciéndolos sentir CULPABLES, recordándoles pecados pasados.
- Si la persona no se ha arrepentido, es culpable; pero tiene una salida: arrepentirse, pedir perdón a Dios, y recibir el perdón (la culpabilidad desaparece – a no ser que sea algo autoimpuesto, por problema en la niñez).
- Si ya se arrepintió, y pidió perdón a Dios por sus pecados, la culpabilidad, es sólo un engaño del diablo para alejarlo de Dios.
¿Cuándo entra el Pecado?
Cuando cedemos a la tentación, entra el pecado. Para evitar eso, no debemos dejar correr nuestra imaginación con lo que no le agrada a Dios, pues es un peldaño para caer en pecado. Si no cedemos a la tentación, seremos recompensados (Santiago 1:12).
“No puedo evitar que las aves vuelen sobre mi cabeza pero sí puedo evitar que hagan nido sobre ella” Martín Lutero.
¿Cómo vencer la Tentación?
- Velando y orando para no caer en ella (Marcos 14:38).
- Usando la Palabra de Dios (Mateo 4:1,3,4).
- Recordando que si hemos muerto en la Cruz junto con Cristo, el pecado no tiene poder sobre nosotros (Gálatas 2:20).
- Evitando ir a lugares donde uno puede ser tentado fácilmente.
EL PECADO
En la Biblia, pecado quiere decir “perder el camino”; “errar al blanco”. Es decir, no llegar a la perfección establecida por Dios y evidenciada por Jesús. Es la transgresión de la ley de Dios (1Juan 3:4) y rebelión contra Dios (Deuteronomio 9:7; Josué 1:18).
También es:
- Cualquier desviación de la voluntad revelada de Dios: no hacer lo que Él ha ordenado, o realizar lo que específicamente ha prohibido (1Juan 3:4).
- Es todo aquello que nos separa de Dios.
SANTIAGO 4:17 “y al que sabe hacer lo bueno, y no lo hace, le es pecado”.
Dios sabe lo que sucede en el corazón, antes de que uno actúe. Dicen que un pecado se comete dos veces. La primera vez en el pensamiento, y la segunda vez, al llevar el pensamiento a la acción.
La motivación es muy importante para Dios. Él pesa la motivación que tenemos para actuar o dejar de hacerlo.
Pero, ¿Cómo se originó el pecado?
Origen del Pecado
Tuvo su origen cuando el más hermoso querubín, Lucifer (nombre de Satanás antes de que se rebelara), estaba cerca del trono de Dios en el cielo (Ezequiel 28:14-15). Empezó a tener deseos de grandeza y no contento con su posición, comenzó a desear que le rindieran homenaje, que sólo le corresponde al Creador. Retó al mismo gobierno de Dios, queriendo usurpar los poderes del Todopoderoso (Isaías 14:12-14).
Cuando la rebelión dirigida por Satanás alcanzó una crisis, Dios lo echó del cielo (Apocalipsis 12:7-9). Arrastró consigo a la 3ª parte de ángeles (Apocalipsis 12:3-4).
Actualmente, su territorio es la tierra (1Juan 5:19) y ahora anda buscando a quien devorar (1Pedro 5:8).
Más adelante, en el jardín del Edén, pecaron nuestros primeros padres: Adán y Eva. Dios les dio instrucciones a ellos: No debían comer del fruto que Él les había prohibido, pero ellos al ser tentados por Satanás, comieron el fruto. Ese pecado fue transmitido de generación en generación, trayendo consecuencias funestas a toda la raza humana (Génesis 3:4-6). El pecado (caída), consistió en desobedecer el mandato de Dios.
Desde la caída del hombre, por la desobediencia en el Edén, el hombre comenzó a caminar por su cuenta, sin la dirección divina, sin revelación de Dios, regido sólo por su propio intelecto y sus deseos.
Tipos de Pecado
El pecado empieza en la intención, antes de llegar a la acción. Tenemos:
PECADO ORIGINAL – la desobediencia de Adán y Eva; quisieron ser jueces del bien y del mal (Génesis 3:5-6), quitándole a Dios el lugar que le corresponde, y colocándose ellos en el lugar de Dios. Luego, todos los seres humanos que vinieron después, heredaron la naturaleza pecadora, pasando de una familia a otra.
PECADO PERSONAL – es el que cada individuo comete cotidianamente; como por ejemplo: malos pensamientos, malos sentimientos, malos deseos, envidia, amargura, chisme, murmuración, rebelión, arrogancia, idolatría, brujería, pasiones y vicios de todo tipo, etc.
Eso es lo que nos separa de Dios, y por lo cual, el Señor Jesucristo tuvo que tomar nuestro lugar, viniendo a la tierra a morir por nuestros pecados, en la Cruz del Calvario.
Consecuencias del Pecado
Todo pecado trae consecuencias. Así como Adán y Eva fueron echados del paraíso, también nosotros vamos a sufrir las consecuencias de nuestros pecados. Veamos:
- Nos aleja de Dios
- Aparta de nosotros el bien
- Endurece el corazón
- Termina en muerte, no siempre de forma física, sino de otra manera: pérdida de relación y pérdida de futuro.
Defensa contra las acusaciones de Satanás (Apocalipsis 12:11).
- La sangre del Cordero – puedo confiar en que Cristo me limpia de todo pecado.
- La palabra de tu testimonio – podemos declarar a Satanás, las grandes realidades de la victoria de Cristo sobre él.
- No han amado sus vidas hasta la muerte – no debemos amarnos a nosotros mismos, de modo que el Yo no reine sobre nosotros. Fuimos crucificados juntamente con Cristo para que ya no viviésemos para nosotros mismos, sino para Él (Gálatas 2:20).
¿Cuál es nuestra Victoria?
¡Nuestro Señor Jesucristo! Él ganó la victoria en la Cruz del Calvario. Satanás ¡ha sido derrotado! por la sangre derramada de Jesucristo, que quita el pecado del mundo.
Cristo vino para deshacer las obras del diablo (1Juan 3:8), debido a que la simiente de Dios permanece en nosotros (1Juan 3:9).
La batalla no ha terminado, pero sabemos que Cristo ya nos dio la victoria, pues participamos en Su muerte y Resurrección. Satanás tiene poder, pero Cristo tiene mucho más poder, y Él nos nos ha dado autoridad (Lucas 10:19). Si permanecemos en Cristo, el diablo reconoce que detrás de nosotros está la autoridad de Cristo.
CONCLUSIÓN
Todos los seres humanos nacemos con la naturaleza pecadora, y la tendencia a pecar. Al pecar, nosotros estamos yendo contra la justicia de Dios, y eso trae consecuencias; nos afecta en toda área de nuestro ser, pues estamos ligados estrechamente en espíritu, alma y cuerpo.
Dios da una salida, a través de Su Hijo Jesucristo. Para poder acogernos a ese regalo de Dios, es necesario enderezar nuestra vida delante de Dios, por medio del arrepentimiento, para poder obtener perdón, ser libre de maldición, y poder tener vidas llenas de la paz de Dios.
¡DIOS TE BENDIGA!
Gracias Marielena, realmente eres una maestra!
Jajaja. Gracias Nelly por tu comentario. DTB 🙂