¿De qué país eres tú? ¿Te sientes identificado con tu patria?
La palabra “patria” viene de la forma femenina del adjetivo en latín patrius-a-um, que quiere decir: relativo al padre. Y deriva de pater, patris (padre). Es decir, tanto la parte masculina como femenina, están involucrados. Los padres son los que dan cobijo y protección, al igual que el país, como grupo, se defiende y protege mutuamente.
Una de las necesidades básicas del ser humano es la identidad; la personal y la colectiva. La patria viene a ser parte de la identidad colectiva. Es el lugar donde nacimos físicamente o el lugar adoptivo donde uno se siente ligado por la historia, cultura, valores, y afectos; sentimos que pertenecemos allí. Es el lugar que amamos y forma parte de nuestras raíces.
Cuando uno vive en el extranjero por muchos años, hay momentos en que añora su tierra, especialmente en las fechas de celebraciones especiales y cuando tocan el himno nacional o sirven la comida típica, uno se emociona y recuerda muchas cosas.
En el Antiguo Testamento, cuando el pueblo de Israel estaba cautivo en Babilonia, sus opresores les pedían que estuvieran contentos y que cantaran canciones de Sión. Y ellos decían: 4¿Cantar nosotros canciones del Señor en tierra extraña? Y era tanto el amor por su tierra, que decían: 5¡Si llego a olvidarte, Jerusalén, que se me seque la mano derecha! 6¡Que se me pegue la lengua al paladar si no me acuerdo de ti, si no te pongo, Jerusalén, por encima de mi propia alegría! (Salmo 137:4-6 DHH).
El amor a la patria puede venir por instinto y también por aprendizaje, cuando los padres o las personas que nos han criado, nos enseñan el amor a la patria.
Todos tenemos una patria; algunos más de una, pues han adoptado otra patria en el camino. Se puede tener más de una nacionalidad (mi caso), pero generalmente, uno se identifica con un país más que con el otro.
Los grandes hombres y mujeres de fe de la antigüedad… 13Todos ellos vivieron por la fe, y murieron sin haber recibido las cosas prometidas; más bien, las reconocieron a lo lejos, y confesaron que eran extranjeros y peregrinos en la tierra. 14Al expresarse así, claramente dieron a entender que andaban en busca de una patria. 15Si hubieran estado pensando en aquella patria de donde habían emigrado, habrían tenido oportunidad de regresar a ella. 16Antes bien, anhelaban una patria mejor, es decir, la celestial. Por lo tanto, Dios no se avergonzó de ser llamado su Dios, y les preparó una ciudad (Hebreos 11:13-16 NVI).
Los cristianos, tenemos otra patria más, que es la espiritual, la cual, aunque no vemos, es tan real como la que vemos. La Biblia dice que tenemos una ciudadanía que está en los cielos (Filipenses 3:20); es decir, tenemos una patria celestial y así como amamos la patria terrenal, también, cuando recibimos a Cristo, aprendemos a amar nuestra patria celestial.
¿Cómo demostramos amor y honra a la patria? Son muy similares:
Una vez que nos acogemos al sacrificio de la Cruz del Calvario, por medio de la sangre de Cristo, somos hechos uno con Él y tenemos entrada por un mismo Espíritu al Padre. Por lo tanto, ya no son extraños ni extranjeros, sino conciudadanos de los santos y miembros de la familia de Dios. (Efesios 2:16-19 NVI).
Como hijos de Dios debemos buscar las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios y poner la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra (Colosenses 3:1-2).
Tenemos esa bendita esperanza, de que un día gozaremos de la patria celestial donde nuestro amado Señor nos espera.
Muchas gracias por esta reflexión, M.E., ¡Un tema por demás interesante viniendo de ti, que tienes la nacionalidad de dos países y no naciste en ninguno de ellos! Pero por sobre todo, porque inevitablemente cuando avanzamos en la vida de la fe en Jesucristo nos sentimos cada vez menos identificados con este mundo y su vanagloria hasta llegar a anhelar esa patria que aún no hemos conocido. Dios te bendiga hermana querida.
¡Cierto! no nací en ninguno de los dos, pero me siento más identificada con esos 2 países que con el lugar donde nací (que es hermoso), pero donde no llegué a vivir. Sin embargo, no hay nada parecido a ser ciudadana del cielo. Eso rompe mis esquemas y me hace sentir muy feliz saber que tengo una patria que existirá para siempre y nada puede destruirla. Y sobre todo, que los brazos de mi amado Señor me esperan. ¡Gloria a Dios! Gracias por tu comentario.
Malena querida , hermosa pagina sobre la Patria, me toca el corazon dado que cumplo 10 años viviendo fuera de ella, sin embargo siento fuerte pero muy fuerte la presencia de Dios en cada instante agigantando su fuerza en tiempos dificiles, abrazandome en la melancolia, guiandome en el desarraigo de la tierra,instruyendome en su palabra, renovando en mi la armadura invencible de su amor , de modo y manera que hasta los mas reconditos recovecos de mis sentidos respire el perfume celestial de la Patria añorada con la seguridad que el bieny la misericordia me siguen y cuidan mis pasos cada dia de mi vida……..,gracias hermosa Malena bendiciones sobreabundantes¡¡¡¡¡
Hola Tere…muchas veces extrañaremos nuestra patria, pero lo más importante de todo es saber que Dios está con nosotros, reconfortándonos en los momentos más difíciles. ¡Cuánto me alegro de que ésa haya sido tu experiencia! Que Él te siga acompañando, guiando, cuidando y llevándote en Sus brazos. Un fuerte abrazo! DTB a ti también.
Soy extranjero en tierra extraña, pero esto me consuela, porque cada día tengo presente que estoy de pasajero en este mundo y que me espera una patria definitiva que es el Cielo.
El pueblo de Israel o los hebreos esclavos en Egipto, cada día añoraban ser rescatados para ir a una Tierra Prometida, que en el fondo añoraban volver de donde vinieron sus antepasados, que era nada menos que la Tierra de Canaán que es también Jerusalén, donde fueron también enterrados como Abraham y Sara, Adán y Eva, etc.
El hecho de anhelar la Jerusalén terrena, era ya imagen de anhelar la Jerusalén Celeste. San Pablo dice en una de sus cartas: “de Dios venimos y a Él vamos a volver”.
En consecuencia, como diría San Agustín, nuestro corazón está inquieto hasta encontrarse con nuestro Dios Padre cara a cara. Pues, fijemos nuestra mirada a la eternidad del cielo para encontrar el sentido de la vida, amando y sirviendo a nuestros semejantes, así atesorando tesoros para el cielo y no solo para este mundo que fenece.
Un abrazo a todos.
Hola Demetrio,
Que Dios te ayude en tus planes a futuro y te dé fortaleza.
Muchas gracias por tu comentario.
Saludos y bendiciones! 🙂