¿Cuánto sabemos del amor de Dios? Usamos expresiones como: “Dios no lo quiera”, “Dios me va a ayudar”, “Pídele a Dios”…pero, ¿alguna vez hemos pensado cuánto nos ama Dios?
Dios nos ama mucho más de lo que podemos imaginarnos. El amor de Dios es grande y perfecto. No solamente es perfecto, sino que también es la esencia misma de Su ser. Eso quiere decir, que el amor que Él nos tiene, no es algo agregado, sino que es la esencia misma de Su naturaleza.
El amor de Dios, “ágape” (griego), es diferente al del ser humano, porque es de Dios y es perfecto. Es limpio, puro, incondicional, personal, completo, eterno. No le falta nada, ni le sobra nada. En ese punto nomás, podemos notar la diferencia con el amor humano. El amor de Dios es incondicional pefecto y eterno, mientras que el amor del hombre es condicional, imperfecto y temporal.
Jeremías 31:3 Jehová se manifestó a mí hace ya mucho tiempo, diciendo: Con amor eterno te he amado; por tanto, te prolongué mi misericordia.
Si nos ponemos a pensar, “eterno” es una palabra muy grande y se debe a que como Él es eterno, piensa en función de eternidad (algo sin principio ni fin; no comienza ni termina). En sólo pensar en eso, nos deja anonadados. Y es una inmensidad que nuestra mente finita no llega a comprender del todo.
EL AMOR DE DIOS ES PARA TODOS
Dios no hace diferencia entre una persona y otra, sino que nos ama a todos por igual. Sin embargo, sí hay una diferencia en la manera en que el ser humano percibe y recibe ese Amor.
Para el inconverso, es imposible que lo reciba en toda su magnitud, porque no “conoce” a Dios de manera personal, ya que no lo ha recibido como Su Salvador y Señor. Para el creyente, sí es posible recibirlo porque tiene entrada por medio de la Cruz de Cristo a quien se ha acogido. Sin embargo, no todos los creyentes reciben el amor de Dios. ¿La razón?
- Cuando uno no ha tenido un padre terrenal amoroso, la persona está vacía de amor y no puede dar lo que no ha recibido. El corazón está dañado por la falta de amor y lo busca afuera, en cualquier otra persona que se lo demuestre. Ni siquiera pueden decir “te amo”, porque al no haberlo sentido, no les nace y se sienten extraños al tratar de decirlo.
- Cuando uno se siente indigno del amor de Dios, por el pecado y las imperfecciones de la debilidad humana. Es una puerta que la misma persona cierra, y eso la aleja de Dios; cuando en realidad, hay una solución: pedir a Dios perdón por sus pecados y cambiar su manera de pensar
Génesis 1:27 Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó. 2:7 Entonces Jehová Dios formó al hombre del polvo de la tierra y sopló en su nariz aliento de vida, y fue el hombre un ser viviente.
Dios creó a los animales con Su palabra, pero al hombre lo hizo a imagen de Dios (no así a los animales), y le sopló en su nariz para darle aliento de vida. De esta manera demuestra el especial cuidado que tuvo para formar al ser humano, por el amor que le tiene.
Nosotros somos la creación más maravillosa de Dios. Fuimos creados para amar, adorar, y obedecer a Dios. Cada uno de nosotros estuvimos en el corazón de Dios, mucho antes de que Él nos creara. Dios diseñó cada aspecto de nuestro ser y lo hizo de tal manera que no hay dos seres humanos que sean iguales; ni siquiera los gemelos. Siempre hay una diferencia por más sutil que sea.
JESUCRISTO, LA MÁXIMA EXPRESIÓN DE AMOR DE DIOS
El amor de Dios es DADOR. Y lo demostró cuando ideó un plan para salvar a la humanidad que estaba perdida por el pecado. Siendo aún pecadores, Cristo aceptó morir por nosotros (Romanos 5:8). Dios Padre envió a Su Hijo unigénito: Jesucristo, para que Él siendo Dios y viviendo en la eternidad, se hiciera un cuerpo humano para venir a la tierra, y estando en nuestra propia condición humana, pudiera salvarnos, tomando nuestro lugar en la Cruz del Calvario.
¿CÓMO MANIFESTAMOS EL AMOR A DIOS?
Dios nos ama y desea ser correspondido (Mateo 22:37-39). Para poder manifestar el amor a Dios, primero tenemos que conocerle y creerle, pues no podemos amar a quien no conocemos. Ese conocimiento debe ser muy cercano; un conocimiento que llena nuestro ser interior y nos satisface íntimamente.
1 Juan 4:9 En esto se mostró el amor de Dios para con nosotros, en que Dios envió a su Hijo unigénito al mundo, para que vivamos por él.
La amistad y el amor, como cualquier otra relación, necesitan cultivarse. Es necesario pasar tiempo con la otra persona para conocerla y que pueda crecer la relación. Con Dios es igual, para conocerlo hay que pasar tiempo en oración y lectura de la Biblia. De esa manera empezamos a conocerlo y al pasar tiempo con Él, aprendemos a “escuchar” Su voz; a reconocer cuando Él nos habla. Es algo que debemos hacer a diario. Una vez que conocemos a Dios, podemos amarlo como Él manda.
Nuestro amor a Dios se manifiesta a través de nuestra obediencia. La obediencia trae bendición a nuestras vidas (Deuteronomio 28:1-14). Es algo que debemos aprender a desarrollar, pues nuestra naturaleza pecadora tiende a ser desobediente y rebelde. Con la ayuda de Dios lo podemos lograr, especialmente cuando vivimos cerca de Él. Y si le amamos, guardaremos Sus mandamientos, entre ellos el de la obediencia (Juan 14:15).
Dios nos da una gran oportunidad para acercarnos a Él y poder aprender a amarlo y poder disfrutar de Su presencia, pues no hay nada mejor que amar a Dios con todo el corazón, pues satisface hasta la fibra más íntima del ser.
¡Muchas gracias por este artículo! Verdaderamente la percepción del amor de Dios se hace algo difícil cuando no se ha tenido un reflejo del mismo en los padres. Con frecuencia me encuentro en la necesidad de recordarme que “Dios no tiene apellido”, es decir, que aunque Él es nuestro Padre celestial su cuidado y amor por nosotros es superior al que hemos conocido en esta tierra.
Me gustó eso de que “Dios no tiene apellido”. Nunca lo había pensado, pero tienes razón. Y cuánto ayuda, pues ese problemita con los padres es bastante común, lamentablemente, pero gracias a Dios que con Él, todo se puede superar. Gracias por tu comentario 🙂