¿Cuánto sabemos del amor de Dios? Usamos expresiones como: “Dios no lo quiera”, “Dios me va a ayudar”, “Pídele a Dios”…pero, ¿alguna vez hemos pensado cuánto nos ama Dios?
El amor de Dios es grande y perfecto. No solamente es perfecto, sino que también es la esencia misma de Su ser. Eso quiere decir, que el amor que Él demuestra, no es algo agregado, sino que es la esencia misma de Su naturaleza.
El amor de Dios es diferente al del ser humano, porque es de Dios: es divino, limpio, puro, incondicional, personal, completo, eterno y perfecto. No le falta nada, ni le sobra nada. Jeremías 31:3 nos dice que el amor de Dios por nosotros es eterno. Dios se goza en darnos ese amor y prolonga Su misericordia para nosotros. Dios nos ama mucho más de lo que podemos imaginarnos.
DIOS DESCRIBE EL AMOR
1 Corintios 13:4-8
4 El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece; 5 no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor; 6 no se goza de la injusticia, mas se goza de la verdad. 7 Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera , todo lo soporta. 8 El amor nunca deja de ser…
EL AMOR DE DIOS ES PARA TODOS
A veces pensamos que el amor de Dios no es igual para todos los seres humanos, pero Él no tiene favoritos (acepción) entre una persona y otra; nos ama a todos por igual. Dios nos ama hoy y nos amará mañana. En Romanos 2:11 dice: “porque no hay acepción de personas para con Dios”. Quiere decir que no hay favoritismos en Dios, pues Él juzga imparcialmente.
Sin embargo, sí hay una diferencia en la manera en que el ser humano percibe y recibe ese Amor.
Para el no creyente, es imposible que reciba el amor de Dios en toda su magnitud, porque no “conoce” a Dios de manera personal, ya que no lo ha recibido como Su Salvador y Señor.
Para el creyente, sí es posible recibir el amor de Dios, porque tiene entrada por medio de la Cruz de Cristo, debido a que el amor que Dios, ha sido derramado en su corazón por medio del Espíritu Santo que le fue dado (Romanos 5:5).
Dios empezó creando el universo, el cielo, la tierra, las estrellas y todo lo demás. Todo ello queda en segundo lugar. Los preparó para ser un lugar habitable para el ser humano, que es la obra maestra de Dios.
Dios creó a los animales con Su palabra, pero creó al hombre con Sus propias manos y luego sopló en su nariz, para darle aliento de vida. De esta manera, demuestra el cuidado especial que tuvo para formar al ser humano, por el amor que le tiene.
No creo que podamos entender el amor de Dios en toda su magnitud. Se dice que el amor humano más grande y abnegado que existe, es el amor de una madre por sus hijos. El amor de Dios supera grandemente al de una madre, porque es el amor perfecto: es incondicional, dulce, suave, pero también corrige y disciplina en la medida justa y perfecta, cosa que no siempre ocurre con una madre, que por pena, a veces no corrige a su hijo…(sin por esto desmerecer la gran labor que hace una madre).
Nosotros somos la creación más maravillosa de Dios. Fuimos creados para amar, adorar, y obedecer a Dios. Cada uno de nosotros estuvimos en el corazón de Dios, mucho antes de que Él nos creara. Dios diseñó cada aspecto de nuestro ser, y lo hizo de tal manera, que no hay dos seres humanos que sean iguales; ni siquiera los gemelos. Siempre hay una diferencia, por más pequeña que sea.
JESUCRISTO, LA MÁXIMA EXPRESIÓN DE AMOR DE DIOS
El amor de Dios es DADOR. Y lo demostró cuando ideó un plan para salvar a la humanidad que estaba perdida por el pecado. Siendo aún pecadores, Cristo aceptó morir por nosotros (Romanos 5:8). Dios Padre, envió a Su Hijo unigénito: Jesucristo, para que Él siendo Dios y viviendo en la eternidad, se hiciera un cuerpo humano para venir a la tierra, y estando en nuestra propia condición humana, pudiera salvarnos, tomando nuestro lugar en la Cruz del Calvario.
¿CÓMO MANIFESTAMOS EL AMOR A DIOS?
Dios nos ama y desea ser correspondido (Mateo 22:37-39). Para poder manifestar el amor a Dios, primero tenemos que conocerle y creerle, pues no podemos amar a quien no conocemos. Ese conocimiento debe ser muy cercano; un conocimiento que llena nuestro ser interior y nos satisface íntimamente.
1 Juan 4:9 En esto se mostró el amor de Dios para con nosotros, en que Dios envió a su Hijo unigénito al mundo, para que vivamos por él.
La amistad y el amor, como cualquier otra relación, necesitan cultivarse. Es necesario pasar tiempo con la persona amada, para conocerla y que pueda crecer la relación. Con Dios es igual, para conocerlo hay que pasar tiempo en oración y lectura de la Biblia. De esa manera empezamos a conocerlo y al pasar tiempo con Él, aprendemos a “escuchar” Su voz; a reconocer cuando Él nos habla. Es algo que debemos hacer a diario. Una vez que conocemos a Dios, podemos amarlo como Él manda.
Nuestro amor a Dios se manifiesta a través de nuestra obediencia. La obediencia trae bendición a nuestras vidas (Deuteronomio 28:1-14). Es algo que debemos aprender a desarrollar, pues nuestra naturaleza pecadora tiende a ser desobediente y rebelde. Con la ayuda de Dios, lo podemos lograr; especialmente cuando vivimos cerca de Él. Y si le amamos, guardaremos Sus mandamientos, entre ellos el de la obediencia (Juan 14:15).
CONCLUSIÓN
El amor de Dios es incondicional, sin egoísmo, en contraste con el amor egoísta del hombre natural. No se basa en emociones; tampoco nos ama porque seamos fáciles de amar, o porque le hagamos sentir bien. Él nos ama, porque Él ES AMOR, y no cambia.
Su amor por nosotros siempre ha existido. Antes de poder experimentar Su amor. no tuvimos que hacer ninguna promesa a Dios, y por ese amor, Él entregó todo y sacrificó todo, mucho antes de que estuviéramos conscientes de que necesitábamos Su amor. Él nos creó para tener una relación amorosa con Él, y sacrificó a Su propio Hijo, para restaurar esa relación, que fue rota por el pecado.
Es difícil creer que podemos amar de esa manera, pues generalmente tenemos la tendencia a hacer justo lo contrario, ya que va en contra de nuestro sentir natural. Sin embargo, Dios lo ideó así, para que al demostrarlo, podamos vivir en paz y armonía.
Naturalmente puede ser imposible, pero los creyentes somos llamados a aprender a vivir sobrenaturalmente, siguiendo las leyes del Reino de los cielos, de acuerdo a lo que está escrito en la Palabra de Dios. Para eso es necesario, “morir a nuestra vieja naturaleza”, para que por la obediencia a Cristo (2 Corintios 10:5), podamos cumplir con lo que Él manda, por medio del Espíritu Santo.
Dios nos da una gran oportunidad para acercarnos a Él y poder aprender a amarlo, y poder disfrutar de Su presencia, pues no hay nada mejor que amar a Dios con todo el corazón, pues satisface hasta la fibra más íntima del ser.
¡Qué privilegio y desafío tenemos!
¡DIOS TE BENDIGA!